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El pais tendra que pagar mas por importar lo mismo

Tomado del periódico Granma 15 de abril de 2011

Ante la nueva tendencia alcista del precio de los alimentos, habrá que gastar un 25 % más de los recursos inicialmente destinados

 Evolución de los precios en el mercado mundial de cinco alimentos de importación básicos (UM: USD/TM, PUESTO EN CUBA)

Evolución de los precios en el mercado mundial de cinco alimentos de importación básicos (UM: USD/TM, PUESTO EN CUBA)

PRODUCTO

PRECIO PROMEDIO 2010

PRECIO ACTUAL

DIFERENCIAS

TRIGO

280

411

+ 131 (+47 %)

MAÍZ

240

388

+ 148 (+62 %)

HARINA DE SOYA

412

433

+ 21 (+5 %)

ACEITE DE SOYA

992

1442

 + 450 (45 %)

LECHE EN POLVO

3125

4930

 

 ANNERIS IVETTE LEYVA

 Todos quisiéramos que la actualización del modelo económico que aplicamos hoy en nuestro país, permitiera a corto plazo ensanchar el cinturón de las comodidades y, siempre que la voluntad individual acompañara, facilitarnos no andar tan ceñidos. Pero, cuando se piensa a nivel de nación, toma tiempo llegar a sentir en la piel de cada quien los aires frescos de una economía que se oxigena poco a poco, sobre todo si los "azares" del mercado internacional exigen mucho más para comprar lo mismo.

 Aunque la mayoría de los alimentos no haya variado su precio de venta minorista archipiélago adentro, y se sigan garantizando por la distribución normada y con elevados subsidios un grupo de aquellos esenciales, obtenerlos en el mercado exterior está costando una cifra muy superior a la fijada al cierre del 2010.

 El impacto de la crisis mundial en la economía cubana se calcula en un monto adicional de más de 308 millones de dólares, respecto a lo que teníamos planificado para este año. O sea, la partida de alimentos nos va a costar un 25 % más de lo previsto, aseguró a Granma Igor Montero Brito, presidente de la Empresa Comercializadora de ALIMENTOS (ALIMPORT), del Ministerio del Comercio Exterior y la Inversión Extranjera.

 "Ello implica que todo el crecimiento que se esperaba de los ingresos por exportación de níquel, servicios, azúcar, entre otros, ya no entren en calidad de adicionales, sino que deban dedicarse a cubrir el déficit de la factura alimentaria.

 "Por otra parte, dada nuestra estructura actual de distribución y venta de alimentos, este fenómeno también conlleva a un aumento de los subsidios en proporciones no contempladas en el plan, lo cual presiona todavía más la balanza de pagos y el desenvolvimiento económico del país", afirmó.

 ATENUAR, A LA CUENTA DE TRES

 A inicios de febrero, las propias páginas de este diario se hicieron eco de la inquietud de la Organización de Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación (FAO), cuando advirtieron que en el globo terráqueo no solo la temperatura media subía, sino que también los precios de los alimentos llegaban a su valor máximo en dos décadas, dejando por debajo, incluso, los registrados en la crisis alimentaria del 2008.

 Exactamente un mes después de emitir la alerta, el organismo internacional insistió: si al iniciar el 2011 el costo de una cesta básica de alimentos (cereales, azúcar, lácteos, carne, aceites y grasas) subió en un 3,4 % más que en diciembre del año precedente, en febrero alcanzó un 2,2 % por encima del récord de enero, creciendo por octavo mes consecutivo.

 Desde los primeros momentos, diversas voces pronunciaron en todos los idiomas el mismo temor: los más afectados, como adscritos a una espiral irreversible de fatalidades, serían de nuevo los de economías débiles: los que menos tienen para pagar y, contradictoriamente, los más obligados a comprar, al no poseer una infraestructura productiva suficiente.

 En este grupo se incluye nuestro país, con alta dependencia de las importaciones y precisado ahora a invertir en alimentos los recursos que podría haber destinado a otros empeños.

 ¿Que en cuanto a comestibles no poco se habla ya en el territorio nacional de ahorro, sustitución de importaciones e incremento de las producciones internas? Sí, es cierto; en determinadas esferas hay resultados concretos, meritorios, y por su importancia, los medios de comunicación los priorizan en sus agendas. Pero muy lejos nos encontramos aún de alcanzar con ellos la tan mencionada soberanía alimentaria: esa otra independencia que nos libraría de las embestidas de las bolsas de valores.

 Según detalló Montero, aunque los gastos por tal motivo se elevan una cuarta parte de lo planificado, de acuerdo con los números vigentes en el mercado la afectación real hubiera sido del 29 %. Sin embargo, algunas decisiones tomadas a tiempo aminoraron un poco las consecuencias del incremento.

 "La primera: adelantar la contratación del plan en los primeros meses del año. Tenemos hasta el momento el 90 % del plan de importaciones del 2011 contratado; esta es una acción que nos permite topar los precios, protegernos de una subida posterior.

 "Por ejemplo: el trigo ahora nos va a costar un 6 % más de lo previsto; pero, de no habernos apresurado en contratar, estaríamos hablando de un 13 %".

 Aunque, explica Igor, nada nos exoneraría de pagar un monto mayor si las circunstancias demandaran superar las importaciones planificadas. Si eso ocurriera, la diferencia, entonces, sería de millones; debemos tenerlo encuenta.

 "En un segundo momento, aprovechamos las propias herramientas que da el mercado para atenuar los efectos de las fluctuaciones. En ello debemos seguir trabajando, utilizando las ventajas que aporta contar con el plan anual y su proyección quinquenal".

 Se trata, dijo, "de operaciones financieras de compras a futuro", mediante las cuales puede pactarse la adquisición de determinado producto con entrega en los próximos dos o tres años, y el precio a considerar entonces sería el del momento de hacer el contrato, aunque haya crecido en ese lapso de tiempo. Si contra los pronósticos disminuye, también existe la posibilidad de cancelar esta opción.

 Aun previendo un alza de precios y, por tanto, ganancias mayores, a muchos productores les conviene asegurar sus ventas, dada la inestabilidad económica y política de algunas regiones y el cierre eventual de sus mercados, acotó.

 De acuerdo con el presidente de ALIMPORT, una tercera estrategia a seguir sería la de acelerar todos los proyectos de sustitución de importaciones de alimentos que están hoy incluidos en la proyección quinquenal (leche, frijol, arroz, soya, carne de cerdo¼ ).

 La necesidad de impulsar las producciones nacionales es más que urgente cuando se analiza cómo el peso mayoritario del incremento en la factura alimentaria (hasta un 73 %) recae en apenas cinco productos: trigo, maíz, harina de soya, leche y aceite.

 "Al destinar mayores recursos a esos programas para que se implementen más rápidamente, se reduce la vulnerabilidad que implica la dependencia de las importaciones, y evita que nos zarandee el huracán precios, como lo denominó Granma" .

 Claro que, a la luz de la experiencia, no solo destinando recursos para cada actividad se obtiene aquí lo que hoy se busca afuera. También, quienquiera que cargue una responsabilidad dentro de la cadena productiva debe asumirla con plena conciencia de su impacto, las entidades implicadas habrán de establecer sus compromisos con mayor objetividad, y el incumplimiento de los acuerdos tendrá que empezar a asumirse como una excepción, que a todos nos cuesta caro.

 CRISIS DE VOLUNTAD POLÍTICA

 Cuando esta situación afloró en el 2008 se detuvo por el problema absorbente de la burbuja inmobiliaria, que luego devino crisis financiera internacional, relata Montero.

 Hoy no pensamos que exista ningún elemento que pueda conllevar a una segunda fase de este tipo; por lo tanto, lo que nos "salvó" otrora no necesariamente se repetirá, opina.

 En cuanto a los factores desencadenantes, son los mismos que nos encontramos esta vez, pero con una gran diferencia: el nivel de especulación. No podemos decir que entonces esta variable era ajena al movimiento de los precios —explica—, pero en el presente se evidencia con más fuerza, pues desde el crash del mercado de las inmobiliarias, los capitales se están concentrando en el de las materias primas básicas, como el maíz, el trigo y la soya.

 Estos cereales tienen que ver con casi todos los alimentos; de ellos se derivan un grupo de productos básicos para consumo humano pero también animal, y por consiguiente, influyen en el encarecimiento de los cárnicos y lácteos.

 Además de todas las variables que pueden estar tensando la ecuación de la disponibilidad de alimentos y su encarecimiento (aumento del precio del petróleo, incremento poblacional, deterioro de los suelos y cambio climático), se ha insistido con razón en que esta es una crisis de origen estructural y no coyuntural, acotó el especialista.

 Para atacar la plaga desde las raíces, debe cambiar la voluntad política de los grandes centros productores, que son a su vez las economías más fuertes y los mayores consumidores, expresó.

 "La solución no puede dejarse a merced del mercado, sino a la aplicación de decisiones responsables por parte de los gobiernos, sobre todo de los poderosos, que son los causantes directos de las fallas estructurales".

 Existen los recursos —afirma— para la implementación de medidas que faciliten y propicien el desarrollo de la agricultura, y marquen un punto de giro en el deterioro medioambiental. Basta solo mirar hacia los presupuestos de gastos militares, los de publicidad mercantilista, o a los subsidios de producciones ineficientes: ahí están las fuentes.

 Lo tristemente cierto es que, en tanto los olvidados de la sensatez se tardan en recordarla, las filas de los hambrientos superan la atroz proporción de una por cada seis personas en el mundo.

 Gracias a inexplicables artilugios de perseverancia, más que a posibilidades reales de nuestra economía, nuestro Gobierno paga lo que cueste para que, entre los desprotegidos de la tierra, no figure ningún cubano. Sin embargo, las coberturas para ofertar "milagros" se agotan y, en un mundo donde la matemática del comercio acrecienta su pragmatismo, mientras más gire el vórtice en contra de los que menos tienen, más hay que hallar en nuestros suelos e industrias las fuerzas para salirnos de su corriente

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