Blogia
CubActualidad

Crónica: Viaje al capitolio de Quemado de Güines

Crónica: Viaje al capitolio de Quemado de Güines

 

Por Ramón Avalos Rodríguez

 El pasado  fin de semana  visité  el capitolio de Quemado de Güines que nada tiene de parecido con   el fastuoso inmueble que todo viajero desea conocer cuando llega  a la capital  cubana.

 A aquel se va por una limpia carretera,  para llegar a este es preciso desandar cerca de 15 kilómetros tierra adentro,  los últimos por un camino bien enfangado y tupido de marabú.

 Al mirar el crono medidor del tiempo, sus manecillas marcaban las once de la mañana cuando arribamos al lugar, no sin antes servir de batería humana junto al resto de mis acompañantes, al avance del JIP que nos conducía al lugar y bajo una pertinaz llovizna que se mantuvo durante todo el día.

 El lugar colinda con el municipio de Sagua por detrás de la presa Alacranes. Allí nos recibió  Orlando Ruiz Bulgo, conocido cariñosamente como el Nene, quien comanda el pequeño colectivo  integrado por seis hombres y una mujer, la cocinera, y  tres máquinas de estera modelo  170K con la difícil tarea de desbrozar 153 hectáreas selladas de marabú, de las cuales  tenían limpias y listas para sembrar caña cerca de 20.

 Esta tierra le fue cedida a la CPA  Julio Casales, cuyo presidente es Raúl Rivas López, quien junto a Pablo Rivas, presidente de la ANAP  quemadense,  y Justo Elpidio Hernández Santana, director de la Unidad de Atención a productores Panchito Gómez Toro, nos acompañaron en esta  mojada  travesía.

 Apreciamos  insito  el esfuerzo que derrocha el  colectivo para transformar un paisaje donde otrora, según nos comentaron, servía a una granja agropecuaria productora de grandes cantidades de alimentos y que por  muchas razones fue abandonado el suelo para que sirviera de pasto a  las malar yerbas.

 Compartimos con aquellos guerreros del marabú durante varias horas y hasta almorzamos con ellos, los que nos decían cuan difícil  era la tarea que enfrentaban y en la que laboraban en doble turno, las 24 horas del día, para materializar la meta  antes de que concluyera septiembre.

 Al filo de las tres de la tarde nos despedimos con un hasta luego de aquel colectivo inmerso en cumplir un compromiso desafiando las adversas condiciones,   iniciamos entonces el regreso  pero  con la ayuda de un tractor que nos remolcó hasta alcanzar un ramal de mejor camino.

 Por lo que hacen esos hombres y mujeres  en el rescate de tierras para el cultivo de la caña de azúcar, buscando como hacer caña, es que merecían esta crónica, recordando una frase del  escritor y poeta  libanés Gibran Jalil, en su libro «El Profeta» cuando dijo "Hay quienes dan con alegría y esa alegría es su premio."

                                                       

0 comentarios