Aunque Villa Clara tiene sembradas más de 15 mil hectáreas de caña, la situación sigue tensa.
Por Ramón Avalos Rodríguez
Villa Clara asume en el presente año el mayor programa de siembra de caña de los últimos 15 años y hasta la fecha se han plantado un poco más de 15 mil hectáreas, lo cual significa que arrastra un marcado atraso cuando apenas faltan pocas horas para que cierre agosto.
Para mayor ilustración, el área plantada representa lo que debía haber materializado la provincia de enero a junio, es decir, durante la llamada campaña de primavera. Eso significa que lo dejado de hacer durante ese período lo asume la etapa de frío iniciada el primero de julio pasado y que se extiende hasta el 31 de diciembre.
El compromiso anual del sector es cubrir 25 mil hectáreas de la llamada vara dulce y al terminar el octavo mes apenas supera el 60 por ciento de la ubicación del listón, que está alto, por lo que septiembre se convierte en un período que requerirá de una gran ofensiva a fin de recuperar un poco los atrasos, cuando para algunas unidades de atención a productores la situación no es nada halagüeña.
Vista globalmente la situación es apremiante para toda la provincia, en particular para algunas entidades como George Washington de Santo Domingo, que asume el mayor compromiso en la plantación con tres mil 200 hectáreas, si se tiene en cuenta la necesidad de materia prima para que el mismo reincorpore su industria a las moliendas a partir del 2018.
Por supuesto, tampoco andan bien Ifraín Alfonso, Abel Santamaría, Perucho Figueredo, Quintín Banderas y José María Pérez. Sus deudas los pueden dejar fuera del medallero.
En esta lid, el podio de premiaciones está prácticamente decidido donde el oro lo tiene asegurado la unidad empresarial de base (UEB) de atención a productores agrícolas Heriberto Duquesne de Remedios, mientras el resto de los dos lugares para Carlos Baliño de Santo Domingo y Héctor Rodríguez de Sitiecito en Sagua la Grande, resultados que podrían conquistar en septiembre.
Coincidiendo con un amigo reportero camagüeyano, al mirar tras el prisma de la crítica, abundan causas reales y subjetivas para escépticos y optimistas del sector, pues en la provincia, al margen de los cambios climáticos actuales, siempre la siembra de caña se ha librado entre la primavera y la sequía, solo que ahora el empleo de la mecanización en casi todas las faenas agrícolas de la caña, lejos de aprovecharse en el momento oportuno y con la mayor productividad; constituye un “obstáculo” para no pocos y pretexto discutible frente a la objetiva humedad de los cañaverales, guardarrayas y caminos, evidentemente inapropiados para los sofisticados equipos de labor y acopio.
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