El Bloqueo: entre discursos y realidades.
Por Ramón Avalos Rodríguez
El tema sobre el bloqueo de Estados Unidos contra Cuba dura más de 50 años, mucho se ha hablado y se continuará hasta que la gran potencia imperial comprenda que esta pequeña isla del Caribe es libre, soberana e independiente para decidir lo que más le conviene.
Una política de asfixia, aplicada sin contemplación alguna, alejada de todo principio racional e inhumana por su esencia que le ha costado al país multimillonarias pérdidas. Un acto de genocidio condenado año tras año por la ONU, sin que el gobierno de EE.UU. haga el menor caso a dichas resoluciones.
Ya desde principios del siglo XIX, bajo la administración de Thomas Jefferson, las intenciones de Estados Unidos era anexionar a Cuba, política que se fue consolidando hasta caer en sus manos como una fruta madura, teoría procedente del Secretario de Estado John Quincy Adams posterior a los años 1820.
Pero sin tener en cuenta el costo para la isla durante su sometimiento a los designios de las administraciones norteamericanas y sus monopolios, lo cierto es que desde el primero de enero de 1959 hasta la fecha el daño económico ocasionado por ese cruel bloqueo supera el billón de dólares. Una cifra para respetar.
Se han preguntado alguna vez, cuántas cosas no podría haber realizado el país con ese monto monetario. Cuántas viviendas, cuánta tecnología moderna, cuántas industrias podría habrían recibido mejoras, cuántos hospitales, policlínicas, escuelas, cuántas, cuántas.
Pero su efecto devastador rompe todos los pronósticos. La acción agresiva de esa poderosa nación no solo afecta las relaciones multilaterales de nuestro país sino que representa el mayor obstáculo para un normal desarrollo de nuestra vida económico social.
Ante ello se impone explotar las reservas internas, que existen por doquier. Ahí está el aporte de los miles de hombres y mujeres que integran el movimiento de innovadores y racionalizadores (ANIR), los centros de investigación, el forum de ciencia y técnica, las brigadas técnicas juveniles hasta los propios trabajadores que desde su puesto de trabajo aplican diferentes iniciativas con el propósito de paliar los efectos desastrosos del bloqueo.
Y aunque EE.UU afirma que el bloqueo no va dirigido contra el pueblo cubano, ello ha representado una enorme cuota de sacrificio, soportando carencias, privaciones e irregularidades en los suministros, lo cual no ha impedido el combate por conservar nuestra identidad nacional y seguir defendiendo nuestro proyecto socialista.
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